A diferencia de la crisis iniciada en 2007-2008, creo que el peligro de estallido de una burbuja inmobiliaria no está presente. Primero porque venimos ya de una dura lucha contra el Covid-19, lo que ha enfriado la economía y, evidentemente, el sector inmobiliario. Por otro lado, porque la banca ya hace tiempo que, de forma bastante generalizada, exige que los hipotecados aporten entre el 10% y el 30%, lo que reduce el número de hipotecas potencialmente subprime. Además, ayuda a no inflar de forma excesiva el precio de la vivienda media, ya que no todo el mundo que quiere vender, puede hacerlo al precio que desea, al no poder financiar la compra los potenciales compradores.Es cierto que desde febrero de 2016 los intereses privados ligados a la financiación hipotecaria, el Euribor a 12 meses básicamente, estaban en negativo y permitían financiarse a tipo variable pagando intereses muy bajos. Pero también es cierto que la banca, para rentabilizar su financiación, ha ofrecido buena parte de las hipotecas a tipo fijo. Eso hace que una parte relevante de los actuales hipotecados, al menos los recientes, no estén sujetos al riesgo de elevación brusca de los intereses que pagan. Con permiso de mis amigos de Rankia, enlazo una página con información actualizada de la evolución del Euribor, en la que se puede ver gráficamente y numéricamente cómo de estar el Euribor en el -0,237% en marzo de este año, ha pasado a cerrar mayo de 2022 al 0,287% y junio cerrará cerca del 0,90%, pulverizando al alza todas las predicciones de las casas de análisis.La inflación no esperada ha puesto en marcho la máquina de los intereses positivos pero, al menos de momento, no creo que esto vaya a suponer una caída generalizada del precio de la vivienda.